Al son de los albores otoñales
el sol brillaba en su pelo enredado,
la luna era su cuerpo ondulado
que deslumbra y danza en los parrales.
Un verde lago de aromas letales
perfumaba el paisaje azulado
del reino del bosque, donde hechizado
el ciervo bailaba con las vestales.
“Recuerda su voz”, las flores cantaban;
los árboles sagrados susurraban
su nombre con temor respetuoso.
Al paso de Artemisa destellaban
luciérnagas que de noche adornaban
de luz su corazón majestuoso.
Reseña de Diario de Pueches por Leandro LLull
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El empalme entre experiencia y escrituraPOR LEANDRO LLULL
Lejos está este diario de ser la contracara de un libro, fuere de la propia
autora (*Puelche...
Hace 21 horas
2 pensamientos:
Querida amiga, me alegra saber que estás de nuevo por aquí. Este soneto tiene algo especial, sinceramente fue uno de los primeros escritos que leí sobre ti y me parecen fascinantes.
Como una vez me dijiste yo te lo aplico, tienes un pulso para el soneto increíble.
Un beso.
Gracias Antonio por tu gentileza,le tengo un cariño especial a este poema.
Un caluroso abrazo.
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