Recuerdo, como una sonata plena de armonía, aquellas palabras de tu boca. Hay algo tan suave y delicado en tu mirada cuando me pides con ella que me acerque a ti, y me recibes, después, entre tus brazos, que me hace estremecer. Me haces sentir mujer de una forma tan absoluta como nunca nada ni nadie podrán hacerlo. Ese instante es tan conmovedoramente especial, tienes una sensibilidad tan exquisita e infinita, que me mece y me adormece, que me extasía, que hace que sólo quiera morir ahí, entre tus brazos, en ti, contigo. Es vida lo que me das. Absoluta vida. Auténtica vida. Verdad. Fuera de ella no existe otra. Por eso soy y quiero. Como tú. Contigo. Conmigo. Los dos. La comunión total.
Ahora mi alma hiede a muerte y ausencia, a estercolero pútrido y fangoso. Los aromas de la tristeza son así. Esencia de hiel. La soledad angosta y opresiva de la ausencia. Te carcome el silencio aterrador que te rodea; las espinas de los ojos que miran; las palabras como dardos, dichas y no dichas, pero oídas; los gestos que te ahogan. Rosal marchito en un lodazal. Is there anybody out there? Nadie. ¿Quién fue? ¿Quién fuiste? ¿Y ahora? Nada, porque nunca tuviste. Todo fue, es y será sólo un lamentable silencio, triste. Y mientras te vas suave, de una forma milagrosa, como sólo puede hacerlo la magia del genio, aparece la música eterna, como dice Haler, una música hermosa y terrible, la música del Don Juan, que acompaña la salida del convidado de piedra, retumbando horribles los compases de hielo por la casa espectral, procedentes del otro mundo, de los inmortales. He amado y he sufrido por toda una vida. Nada hay. Nada queda. Nada soy.
Ahora mi alma hiede a muerte y ausencia, a estercolero pútrido y fangoso. Los aromas de la tristeza son así. Esencia de hiel. La soledad angosta y opresiva de la ausencia. Te carcome el silencio aterrador que te rodea; las espinas de los ojos que miran; las palabras como dardos, dichas y no dichas, pero oídas; los gestos que te ahogan. Rosal marchito en un lodazal. Is there anybody out there? Nadie. ¿Quién fue? ¿Quién fuiste? ¿Y ahora? Nada, porque nunca tuviste. Todo fue, es y será sólo un lamentable silencio, triste. Y mientras te vas suave, de una forma milagrosa, como sólo puede hacerlo la magia del genio, aparece la música eterna, como dice Haler, una música hermosa y terrible, la música del Don Juan, que acompaña la salida del convidado de piedra, retumbando horribles los compases de hielo por la casa espectral, procedentes del otro mundo, de los inmortales. He amado y he sufrido por toda una vida. Nada hay. Nada queda. Nada soy.
4 pensamientos:
cuando se ama como en el poema siempre queda algo...el amor cuando pasa te deja su recuerdo,para que no olvides como se ama- un abrazo
Sin duda. El amor tiene esas cosas.
Un abrazo.
Diego
evitemos el apego, el amor real es total, no sufre por una ausencia
¿No sufre por una ausencia el real?
"...que muero porque no muero". Si no sufre por una ausencia es que no siente, es otra cosa.
Diego
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