El Nobel de la paz será entregado en Oslo a quien responde a la amenaza con más armas, más soldados, más mutilados, más huérfanos, más miserables
En Copenhague los ricos del mundo quieren firmar la muerte del tercer mundo verde como quien pasa de puntillas por entre la mierda, sin olerla
En un aeropuerto de Canarias la muerte por hambre amenaza la conciencia de los hombres, tan solo porque en un pasaporte no está el sello de un país y una bandera
En Abu Dabi el ochenta por ciento de sus ciudadanos vive en umbrales de pobreza, son mano de obra gratuita, esclava, milenaria de quienes construyen en el desierto los oasis
Las mujeres siguen en su búsqueda milenaria de quitarse de encima su lastre de manzanas comidas del árbol de la sabiduría destinado dicen, solo para el hombre
No es fácil encontrar entre palabras, sinónimos, buenas nuevas, sonrisas, lluvias sin paraguas, arcoíris finitos y cercanos, mares tibios entre piedras, susurros dichos con encanto entre las sábanas, piernas largas y sexo abierto, tibio, rosado, floreciente
No es fácil hablar y reflexionar sobre las barbaridades de este mundo nuestro, es más complicado explicar a nuestros hijos que el mundo no se destruirá en el dos mil doce como afirman desde Hollywood escribieron los mayas, y más difícil es explicarlo con cierto aire de credibilidad siendo como es la envidia y la codicia humana
No es fácil repetir los juegos de infancia, y don gato y su pandilla, y las tardes de americano en la malinche, y los sábados de beisbol en la deportiva, y los krankis y los gansitos de los sábados, y las iglesias enormes y oscuras de fin de año, y la cena de navidad con costillas de cerdo y granitos de maíz tierno, y esas tardes en que la abuela Carmen se aferraba en adoctrinarnos leyendo la biblia para niños como tú, las tardes de burbujas de jabón y leones en el zoológico de Aragón.
No es fácil ser un ortoxo poeta como hay muchos, que respetan las sangrías, la gramática, la rítmica y el orden, pero yo no puedo, yo vivo y sobrevivo en el caos del cual fuimos creados, y pienso, y repienso, y cavilo, y rebusco, y escudriño, y discurro, y medito cada palabra, cada adjetivo, cada sustantivo sustentable
No sé escribir sin compromiso (o lo que entiendo yo por compromiso, claro) , quizás por ello seguiré por el tiempo que me quede por delante siendo un pequeño peatón, un eterno caminante que con cuidado cruza las esquinas, que sube y baja del metro cada día, que camina mucho desde casa hasta plaza Cataluña, que de la mano de Roberto trascurre por entre el Ensanche de Barcelona, que por entre la mirada marina de mi particular latino-América me desenvuelvo como amante, amigo, y sparring
Y de vez en cuando, solo de vez en cuando acierto y me ofrezco entero como poeta de lo cotidiano, como poeta de la vida, como poeta que sujeta fuerte y con cierto cinismo
/ Su palabra /
POEMA PROPIEDAD DE Humberto González Ortiz
En Copenhague los ricos del mundo quieren firmar la muerte del tercer mundo verde como quien pasa de puntillas por entre la mierda, sin olerla
En un aeropuerto de Canarias la muerte por hambre amenaza la conciencia de los hombres, tan solo porque en un pasaporte no está el sello de un país y una bandera
En Abu Dabi el ochenta por ciento de sus ciudadanos vive en umbrales de pobreza, son mano de obra gratuita, esclava, milenaria de quienes construyen en el desierto los oasis
Las mujeres siguen en su búsqueda milenaria de quitarse de encima su lastre de manzanas comidas del árbol de la sabiduría destinado dicen, solo para el hombre
No es fácil encontrar entre palabras, sinónimos, buenas nuevas, sonrisas, lluvias sin paraguas, arcoíris finitos y cercanos, mares tibios entre piedras, susurros dichos con encanto entre las sábanas, piernas largas y sexo abierto, tibio, rosado, floreciente
No es fácil hablar y reflexionar sobre las barbaridades de este mundo nuestro, es más complicado explicar a nuestros hijos que el mundo no se destruirá en el dos mil doce como afirman desde Hollywood escribieron los mayas, y más difícil es explicarlo con cierto aire de credibilidad siendo como es la envidia y la codicia humana
No es fácil repetir los juegos de infancia, y don gato y su pandilla, y las tardes de americano en la malinche, y los sábados de beisbol en la deportiva, y los krankis y los gansitos de los sábados, y las iglesias enormes y oscuras de fin de año, y la cena de navidad con costillas de cerdo y granitos de maíz tierno, y esas tardes en que la abuela Carmen se aferraba en adoctrinarnos leyendo la biblia para niños como tú, las tardes de burbujas de jabón y leones en el zoológico de Aragón.
No es fácil ser un ortoxo poeta como hay muchos, que respetan las sangrías, la gramática, la rítmica y el orden, pero yo no puedo, yo vivo y sobrevivo en el caos del cual fuimos creados, y pienso, y repienso, y cavilo, y rebusco, y escudriño, y discurro, y medito cada palabra, cada adjetivo, cada sustantivo sustentable
No sé escribir sin compromiso (o lo que entiendo yo por compromiso, claro) , quizás por ello seguiré por el tiempo que me quede por delante siendo un pequeño peatón, un eterno caminante que con cuidado cruza las esquinas, que sube y baja del metro cada día, que camina mucho desde casa hasta plaza Cataluña, que de la mano de Roberto trascurre por entre el Ensanche de Barcelona, que por entre la mirada marina de mi particular latino-América me desenvuelvo como amante, amigo, y sparring
Y de vez en cuando, solo de vez en cuando acierto y me ofrezco entero como poeta de lo cotidiano, como poeta de la vida, como poeta que sujeta fuerte y con cierto cinismo
/ Su palabra /
POEMA PROPIEDAD DE Humberto González Ortiz
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